William
Hearst fue, muy probablemente, el principal inductor de la guerra Hispano-estadounidense
que nos hizo perder Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Los periódicos de este gran
manipulador, que Orson Weller caricaturizó magistralmente en Ciudadano Kane,
pasaron muchos años difundiendo mentiras sobre España que indignaban a los
ciudadanos de ese país. Muchos pensadores cultos hispanoamericanos, atribuyen siempre
a las intrigas de Hearst la consagración de la Cia, la pantomima del
hundimiento del Maine y la guerra consecuente, que tanta sangre nos costó a los
españoles.
Curiosamente,
una de las “homilías” antiespañolas de Hearst, predicaba dejar de llamar
“españoles o hispanos” a los hispanoamericanos, sustituyendo por el gentilicio
“latino”. Pasaron muchos años antes de que el mandato se impusiera en el
continente, donde siendo la mayor parte de América, llaman “América” sólo a los
EE.UU y ahora se denominan a sí mismos “América Latina” obedeciendo a la Cia
que ellos tanto denuestan.
La propuesta de Hearst y el mandato de la Cia era para que los estadounidenses cambiasen belicosamente su vocabulario. Paradójicamente, el palabro (completamente inculto) ha sido adoptado con entusiasmo por los hispanoamericanos pero en EE. UU. siguen llamándolos “spanish”. Para diferenciar a los españoles de aquí, a nosotros nos llaman “spaniard”. Sólo recurren al “latino” para referencias raciales
Cuando una mulata o un amerindio afirma que “soy
latino”, siempre le preguntamos en qué lugar del Lacio nació.
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