jueves, 19 de diciembre de 2013

UN ILUSTRE MÉDICO INGLÉS ERA UNA MUJER

Nacido en Belfast en fecha incierta (1789 o 1795), James Barry protagonizó uno de los episodios de falsa identidad más espectaculares de la historia. Se doctoró en Medicina por la Universidad de Edimburgo, se especializó en cirugía y fue nombrado asistente médico del Ejército británico. En 1815, lo destinaron a Ciudad del Cabo, en Sudáfrica; pronto destacó por su brillantez y le nombraron médico personal del gobernador.

Cosechó grandes éxitos profesionales gracias a sus métodos pioneros de higiene y prevención, pero su fuerte temperamento le llevó a enfrentarse con funcionarios y oficiales médicos de la Armada. Pese a ello, Barry fue nombrado inspector médico colonial en 1818. Cuando regresó a Inglaterra, sus hazañas médicas eran bien conocidas –entre ellas, una de las primeras cesáreas exitosas de la historia–. Luego fue enviado a Santa Elena para dirigir el hospital militar, y allí encontró que las condiciones en que se hallaban los enfermos eran “caóticas y desagradables”; aquellos adjetivos le enfrentaron a los oficiales, que hicieron todo lo posible para desprestigiarlo. Tras servir asimismo en Malta, Corfú, Crimea, Jamaica y Canadá, Barry se jubiló en Marylebone (Inglaterra), donde murió en 1865.

Pero cuando lo estaban preparando para el entierro, se descubrió que era en realidad una mujer y que en algún momento de su vida había dado a luz, datos que aireó la prensa y que produjeron un terremoto en el Gobierno. Al parecer, su verdadero nombre era Margaret Ann Bulkley y había recurrido a la impostura para poder dedicarse a la medicina. Pese al escándalo, fue enterrada como James Barry, uno de los médicos más brillantes del Ejército británico.

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