Esta zona litoral del Mar de Alborán es un enclave natural privilegiado para la germinación de frutos exóticos, único en Europa.
Entre las provincias de Málaga y Almería, el litoral cuenta con numerosos torreones y fortalezas que en otro tiempo custodiaban y guardaban el Mediterráneo de los piratas. En medio de los altos cerros y valles emergen los pueblos blancos típicos de esta zona.
La ruta comienza en La Herradura, un humilde pueblo de pescadores. Hoy es un gran enclave turístico entre Cerro Gordo y la Punta de la Mona. Su bahía acoge playas naturistas como la de Cantarriján y puertos deportivos como el de Marina del Este, convertido en los últimos años en un santuario para los amantes del submarinismo.
La carretera N-340 conecta los pueblos de la costa. A la salida de La Herradura discurre por una carretera de curvas, pendientes y profundos barrancos que desemboca en Almuñécar. Este es el más antiguo de los pueblos de la comarca y la playa de San Cristóbal es el lugar más representativo.
El paseo marítimo, donde erigido por palmeras, alberga a medio camino la estatua en bronce de Abderramán I, príncipe Omeya del año 755 que convirtió Córdoba en capital de la Andalucía musulmana. Prueba de ello es su castillo árabe. Siglos antes era tierra de fenicios, que habitaban aquí atraídos por la pesca y los frutos del fértil litoral.
El Museo Arqueológico está en la Cueva de los Siete Palacios. Hay un parque ornitológico y unos caminos que llevan hacia el valle del río Verde, tierras adentro, donde se extienden los campos de chirimoya. El camino de ascenso por la A-4050 pasa por las pequeñas localidades agrícolas de Jete, Otívar y Lentegí.
Lo que un día fueron bosques donde sólo crecía la retama y la encina son, desde mediados del siglo pasado, valles de árboles de mediano tamaño traídos desde diversos rincones de América. Los tres pueblos que conforman el valle del río Grande bien merecen una visita a sus iglesias de origen morisco. La ruta continúa hasta la GR-5300 por la que se llega a las localidades de Itrabo y Molvízar, repleta de campos regados por medio de acequias que evocan sus orígenes árabes.
De Salobreña a Motril
Conduciendo de nuevo por la N-340 se llega a Salobreña. Sus casas de un blanco impoluto resaltan y dan paso a la fortaleza árabe. Sus barrios reciben los nombres de Albayzín, El Brocal y La Fuente. Entre ellos se levanta el campanario de la iglesia mudéjar de la Virgen del Rosario.
La ruta sigue hasta Motril. Los campos de cultivo que tengan hasta la línea arenosa del mar están sembrados de mango, banana, aguacate, chirimoya, papaya y guayaba. Destaca el Santuario de Nuestra Señora de la Cabeza. Siglos antes, este sitio fue palacio de descanso para la sultana Aisha, la madre de Boabdil. A los pies del santuario se extiende el parque de los Pueblos de América. La iglesia mayor de la Encarnación es mudéjar y la Casa de la Palma, antiguo ingenio azucarero de origen moro, es hoy un centro cultural.
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