lunes, 7 de julio de 2014

¿TAPAR O SEPULTAR?

Siendo Villalobos alcaldesa, convocaron una cuestación para poner tejado a la catedral.  Uno de nosotros, pintó expresamente una exposición para ello; vendió varios cuadros y fue ingresando el 80% del precio en la cuenta bancaria publicitada. Nunca se hizo el tejado pero… ¿qué fue del dinero recolectado?

Cuando hablan de cubrir la catedral, muchos creen que se trata nada más que de un asunto folclórico o religioso. Pero en Europa, las catedrales son totems y emblemas de las ciudades: ¿Quién concibe Colonia o Burgos sin sus catedrales? El pasotismo malagueño nos mueve a considerar esta cuestión esencial “cosa de otros”. Pero no es así y nuestra actitud en ese asunto es gravemente indigna y algo suicida.

Cada dos por tres, se nos avisa de que hay grandes goteras en la catedral y, a veces, dicen que se han solucionado. Ahora es una de las ocasiones en que el obispo avisa de que han tapado algunos agujeritos. ¿Cuánto tardarán en volver las goteras? Seguramente muy poco, porque la Catedral de Málaga es una obra a medio hacer, donde faltan muchos elementos estructurales esenciales, uno de los cuales es el tejado. Mencionan un proyecto de Ventura Rodríguez para el cubrimiento, que no creemos apropiado. Se trata de un tejado a dos aguas con tejas morunas; consultamos a varios arquitectos europeos especializados en restauraciones, quienes aseguran que un tejado a dos aguas, oculto a la vista desde abajo, es impropio de una obra de esa belleza, monumentalidad, grandiosidad y envergadura.
Además del tejado, a la catedral de Málaga le falta una infinidad de cosas: una torre principal, cuatro torres secundarias, sacristía, todas las esculturas de los remates superiores, que sí existen, las imágenes de todas las puertas y muchas hornacinas vacías, etc. No hay que olvidar las tradiciones que nos hablan de por qué no se acabó: La catedral se dio por “terminada” en 1782. Casualmente, los norteamericanos estaban luchando por su independencia en esos momentos y, un año antes, el malagueño Bernardo Gálvez realizó una gesta esencial para esa independencia; venció a los ingleses en la batalla de Pensacola, bajo el lema “yo solo”, que es historia estadounidense y está escrito en español en muchos monumentos. En ese tiempo, Bernardo Gálvez, hijo del virrey de México, era capitán general del sur español de los EE.UU. Al mismo tiempo, su madrastra, Ana Zayas, virreina de la misma edad que su hijastro, era una poderosísima señorona en la modesta Málaga de la época, mecenas, influyente sobre el cabildo y todo el poder local, poderosísima, a quien muchos en la familia Gálvez acusaban de sentimientos incestuosos. Cuando Bernardo se casó con una mestiza de Nueva Orleans, Ana se volvió a Málaga de inmediato, en vez de quedarse en México gozando de sus prerrogativas de Virreina Madre.
Si no tapamos la catedral pronto, es demasiado probable que  empiece a derrumbarse antes de una generación. Seríamos los primeros europeos de una ciudad grande, a quienes no les importa enterrar su catedral para siempre.


 
 
 

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