El insólito caso del barbero de calle la Unión.
Hace poco, tuve que recorrer calle Unión por unos
trámites. Paseaba por dejar pasar el tiempo a causa de mi puntualidad, tan desacostumbrada
en Málaga, cuando se me ocurrió que necesitaba cortarme el pelo. Ahora, los barberos
quieren llamarse “peluqueros” y la mayoría ni siquiera afeitan. Encontré una
barbería llamada Peluquería 1991, en una callecita llamada Andarax. El barbero
estaba barriendo, pero no atendía a nadie en ese momento, por lo que me invitó
en seguida a sentarme. Ya en faena, me di cuenta de que todo el local era muy
nuevo, aunque con un estilo minimalista y con elementos (como palés) no muy
ortodoxos, pero todo usado con gran imaginación y sentido del gusto. Entonces
caí en la cuenta de que el barbero era joven, a pesar del embozo de la barba.
Le pregunté si la barbería llevaba poco tiempo abierta y me respondió que sí.
En seguida, le pregunté si era el dueño, con una nueva afirmación.
Especulé que podría ser muy joven, tal vez menos de
30. Me respondió que tiene 22 (de ahí el 1991 del nombre. Asombrado, creí que
el local sería de su padre; me informó de que lo había instalado él por su
cuenta y sin ayuda de nadie. Con el asombro en aumento, le hice la pregunta
más impertinente: “¿Pero ha recibido usted formación?”. Me respondió que había
hecho un cursillo cuando pensó en cómo buscarse un puesto de trabajo.
Salí con la determinación de volver cada vez que
necesite un corte de pelo, aunque vivo lo menos a cuatro o cinco kilómetros de
distancia.
El barbero se llama Adrián y es sorprendentemente
educado. Se me ocurre que si nuestra sociedad produce ejemplos así, tan dignos
de ser imitados por sus semejantes, tal vez tengamos arreglo.
EL BLUB BELLAS ARTES DE MÁLAGA sería un vehículo formidable
para impulsar iniciativas que mejoren nuestras vidas. Participa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario