martes, 26 de mayo de 2015

¿NO LES DA VERGÜENZA LA CATEDRAL A MEDIO HACER?

Pensar en que los malagueños lleguemos a ser respetados de verdad es soñar con pajaritos preñados, porque el monumento más señero y representativo, la catedral, permanece a medio hacer desde 1770 y no mostramos estar dispuestos a completar la obra.

Se dice que “le falta una torre” y por eso algunos usan el ridículo mote de “la manquita”, vergonzoso y reductor, porque hace pensar en algo pequeñito y sin importancia, cuando es un monumento grandioso y quien haya visto de cerca las catedrales de León, Burgos o París, entenderá la sorprendente y vertiginosa magnificencia de esas TRES naves igual de altas, y de más de cuarenta metros.

Pero no sólo le falta una torre a la “bastante incomparable” catedral de Málaga. Le faltan CINCO TORRES, UNA CÚPULA, LA SACRISTÍA Y OTRO ANEJO EN LA FACHADA OPUESTA. Quien se fije en los muros pendientes de acabar (en arco) junto al monumento a Gálvez y a la entrada de calle Cañón, se dará cuenta de que la obra faltante es toda una sacristía abovedada y otro espacio igual y simétrico en el lado opuesto, posiblemente para museo de joyas. Las dos puertas laterales, tendrían que estar rematadas por torres gemelas, a las que falta un cuerpo a cada  una. También faltan centenares de estatuas.

Simpatizantes de este club que son ingenieros, afirman que es muy probable que la catedral de Málaga se derrumbe antes de que acabe el siglo XXI, si continúa sin tejado y con tantas piedras erosionándose por falta de acabado..

Lo grave es que no es algo que esté fuera de nuestro alcance. La obra básica puede sumar tan sólo cinco o seis millones de euros. Creer que eso debería hacerlo el catolicismo, es no tener idea de lo que significa una calle, una plaza y una ciudad como parte del ser de cada uno. Tampoco se debe esperar a que lo acometa la junta enemiga ni el ayuntamiento. Los políticos sólo proyectan a cuatro años vista, hasta las próximas elecciones.


Recaudar seis o siete millones de euros en una ciudad de casi setecientos mil habitantes no puede ser difícil, y si calculamos lo que han gastado las cofradías en tantas “casa-hermandad”, a lo mejor habría alcanzado para seguir y acabar ya de una puñetera vez la catedral. Quien quiera seguir sonrojándose cuando un forastero le pregunte “¿Por qué tenéis los malagueños la catedral así?”, que se ría. Los que tienen cabeza, que piensen, piensen, piensen.


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