miércoles, 22 de febrero de 2012
Joyas en papel de nuestra historia
La Biblioteca Pública del Estado y el Archivo Díaz de Escovar conforman un selecto club bibliográfico
ALEJANDRA GUILLÉN – LA OPINION
Eran los últimos veinte años del siglo XV, en 1483, y Venecia alumbró una de las piezas bibliográficas más representativas del filósofo y teólogo San Agustín, De vera religione. Esta reflexión sobre la fe en Cristo constituye uno de los cuatro incunables que guarda a buen recaudo la Biblioteca Pública del Estado-Provincial de Málaga, dependiente de la Junta de Andalucía.
Este selecto club bibliográfico de finales del XV se completa con varias obras de Séneca impresas en Sevilla por Ungut y Polono en 1491, un Quadragessimale impreso en Basilea por Fuster, en 1495, con varios grabados en madera, y el Fortalicium fidei, de Alfonso de la Espina, impreso, al parecer, en Barcelona en 1487.
Estos volúmenes representan una parte de los escritos más singulares de esta Biblioteca, que atesora en sus almacenes auténticas joyas bibliográficas de nuestra historia en forma de manuscritos, incunables, documentos y ejemplares rarísimos; algunos de ellos conservan todavía la antiquísima encuadernación de piel de ternera.
Alrededor de 8.000 volúmenes componen los fondos escritos hasta 1801, aunque el legado bibliográfico de la Biblioteca Provincial de Málaga alberga manuscritos muy longevos, desde antes del nacimiento de la imprenta de Gutenberg.
La Biblioteca nace tras la desamortización de 1835 para recibir los fondos procedentes de los conventos. En un primer momento estuvo instalada en el Instituto de Enseñanza Media. El 29 de abril de 1956 se inaugura la Casa de Cultura en la calle Alcazabilla, donde, junto con el Archivo Histórico Provincial, se instala la Biblioteca. En la actualidad se encuentra en un edificio provisional en la avenida de Europa, porque este último emplazamiento fue demolido para recuperar el Teatro Romano, descubierto bajo los cimientos de la Casa de la Cultura.
En este viaje por el túnel del tiempo de nuestra historia, el director de la Biblioteca Pública del Estado, Manuel López, hace una parada en la colección de manuscritos. Por su especial interés histórico destaca un códice en vitela y letra gótica cursiva, que contiene los comentarios a los famosos Disticha Catonis (las sentencias o máximas que están en el origen de nuestros catones o cartillas escolares de primeras letras) por Felipe Bérgamo, fechado en 1400. Asimismo, López subraya la «belleza estética» de la Vita Christi del Cartujano, en cuatro volúmenes y traducida por fray Ambrosio Montesino, con «una interesante página a dos columnas y grabada a dos tintas, en cuya parte superior se ve al traductor haciendo ofrenda de su obra a los Reyes Católicos».
De relevancia local es la copia manuscrita de las Constituciones Sinodales del Obispado de Málaga, impresas en Granada en 1573 en casa de Hugo de Mena.
Joyas del XVI son los comentarios de Lucas Junta al Cantar de los Cantares, de Fray Luis de León, o los cuatro volúmenes impresos por Cristóbal Plantino, discípulo de Gutenberg, de la Summa Teológica de Santo Tomás de Aquino. Del XVII, pieza de bibliófilo es El Polifemo de Luis de Góngora, impreso en la Imprenta Real en 1636.
Además del incalculable valor histórico del fondo antiguo de la Biblioteca Pública del Estado, también alberga interesantísimas obras del XIX. Buen ejemplo es una edición rarísima sobre la vida y viajes de Cristóbal Colón, que Washington Irwing escribió en Londres y que recientemente ha sido una de las piezas más singulares de una exposición en La Alhambra o unos discursos manuscritos dirigidos a Alfonso XIII por el diputado antequerano Francisco Romero.
Díaz de Escovar. El Archivo Díaz de Escovar, propiedad de Unicaja, es otro de los templos de nuestra historia escrita. Sus fondos los constituyen gran parte de la documentación que Narciso, escritor, abogado y apasionado estudioso de las costumbres malagueñas, y su hermano Joaquín, acumularon durante años. Testimonio escrito de esta inquietud por su tierra es Efemérides y curiosidades malagueñas (1913), en la que Narciso Díaz de Escovar recopila información local desde el siglo XV.
Además de los fondos hemerográficos, «el Archivo cuenta con más de 300 legajos que contienen documentos originales, manuscritos o impresos, sobre la historia de Málaga y su provincia, numerosos artículos escritos por Narciso Díaz de Escovar sobre temas culturales o efemérides, fotografías, grabados, folletos y una biblioteca con más de 2000 volúmenes», explica la directora, Emilia Pascual. De este riquísimo legado, destaca una biografía de griegos y atenienses, en castellano antiguo, escrita por fray Tomás de Espinosa de los Monteros, fechada en 1576, así como Constituciones de la Santa Iglesia Catedral de Málaga, un conjunto de normativas del cabildo catedralicio elaboradas entre 1541-1565. Del XVII, interesante pieza sobre la vida de San Agustín, realizada por fray Francisco de la Ribera en 1689, u otra biografía de San Francisco de Paula, hecha por fray Iván de Prado y Ugarte, e impresa en el convento de la Victoria.
Pieza única es la Real Orden firmada por Felipe II, sobre licencias y la facultad de las personas para traer el pan a Málaga, de 1571, en la que debido a los problemas de carestía, el monarca establece los impuestos para la venta de este producto. Llamativos son los grabados de los romances de ciego sobre El Quijote y muy interesante un estudio sobre el Acueducto de San Telmo, por Ramón Vicente y Monzón en 1786.
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