miércoles, 7 de marzo de 2012

Napoleón nos invade. La Guerra de Independencia en Málaga


(La Opinión de Málaga)

Tras el 2 de mayo de 1808, cuando se subleva el pueblo de Madrid, los franceses tardarían casi dos años en llegar a Málaga, conquistándola con facilidad, entrando por la zona de Teatinos


ALFONSO VÁZQUEZ. MÁLAGA El próximo mes se cumplirán 200 años del famoso 2 de mayo de 1808. Los malagueños de entonces no se enfrentarían a los invasores franceses hasta el 5 de febrero de 1810, cuando soldados franceses y lanceros polacos bajan por el Camino de Antequera y se enfrentan a las fuerzas malagueñas en Teatinos, muy cerca de la actual residencia militar Castañón de Mena.
La resistencia española es casi simbólica, hasta el punto de que el general Abello, la autoridad militar de Málaga, huye con 40 de los suyos "viéndose perseguido por dos lanceros", como recuerda el doctor José Mendoza en el diario que escribió durante la ocupación.
Los franceses, salvado este obstáculo, entrarían en Málaga además de por el Camino de Antequera, por el Perchel y el entonces barrio de Santo Domingo, saqueando la ciudad con ´intensidad´, asesinando y violando. A medianoche, el general Sebastiani, un corso al frente de las fuerzas invasoras, dio la orden de cese de estos saqueos pero no todos los soldados le obedecieron.
A propósito, en la toma de Málaga murió defendiendo la ciudad Juan José del Castillo, abuelo de Antonio Cánovas del Castillo.
La infantería acampó en la Alameda, la plaza Mayor (hoy plaza de la Constitución), la ´plazuela de la Merced´ y otros puntos de la ciudad. Algunos malagueños ´enemigos de Francia´ fueron colgados de los balcones de las casas capitulares, el Ayuntamiento de la época, en la plaza Mayor. Uno de los presos, por cierto, pudo escapar y perdese entre las callejuelas, justo en el momento en que iba a ser colgado.
Durante los 30 meses de dominación francesa, la ciudad tuvo que costear con impuestos todos los (millonarios) gastos de los invasores, además de los caprichos de los principales responsables. Por otro lado, los oficiales, sargentos y cabos se alojaron en casas de particulares, mientras en Málaga surgía una ´fugaz´ clase social con gran peso durante la ocupación: los afrancesados. Málaga se dividió entre quienes apoyaban a Napoleón, apodados ´los negros´ y quienes defendían a las fuerzas nacionales, llamados ´los blancos´. Como dato curioso, también se hablaba entonces del ´caballo blanco´, un guiño antifrancés, en recuerdo del caballo de este color que las autoridades regalaron al general Reding,

´Tío Pepe´. Los afrancesados fueron quienes más se alegraron de la visita de ´Tío pepe´, como llama el doctor malagueño al hermano de Napoleón, José I. Se colocaron arcos triunfales en Puerta del Mar y junto a Zamarrilla y Puerta Nueva se entoldó (la ´calle Larios´ de la época), aunque al entrar el rey en Málaga le vitoreó su comitiva y los charranes, "más no la gente del pueblo, que calló y abrió la boca sólo para maldecirle e injuriarle".
En los cerca de diez días que estuvo en Málaga, José I asistió a misa a la Catedral, recibió a las autoridades y a sus mujeres, ofreció una corrida de toros en la plaza Mayor y dejó claro que quería ser el rey de los españoles: "Dijo, como acalorado y levantando la voz, que él no era francés ni podría haber felicidad en España mientras estuviesen dentro las tropas francesas", recuerda el diario.
De hecho, cuando una noche bajó a pasear a la Alameda, después de prometer a la ciudad la construcción de un faro a su costa, un francés se le acercó para pedirle acomodo, por tener muchos hijos. "Pues vaya usted a su tierra que le acomoden", respondió el monarca, y siguió su paseo.
Otro evento francés se celebró con gran pompa en la ciudad: el nacimiento de Napoleón II, proclamado rey de Roma. Málaga tuvo que costear la celebración con tres toros de cuerda, comida, baile de gitanas en la Alameda y dos cucañas con gallinas y conejos colgados.
En esos meses de la ´Málaga francesa´, las fuerzas de ocupación se centraron en reforzar las defensas de Gibralfaro y realmente, la única huella ´francesa´, aparte de los impuestos forzosos, fue la instalación de una logia masónica en un convento de Málaga "en la Aurora o Catalinas".
El médico José Mendoza cuenta que "fue tal el horror que a este establecimiento provocó a algunos, que ni aún pasaban por las calles inmediatas a este edificio".
La campaña y fracaso militar en Rusia (el famoso ´general invierno´) aceleró el declive francés en la Península Ibérica. Desde septiembre de 1811, el general Ballesteros va dominando la Serranía y logra tomar una Málaga hambrienta el 27 de agosto de 1814, tras la marcha de los franceses. Antes de irse, volaron dos torreones de Gibralfaro y reclamaron, 600.000 reales a la municipalidad. Esta vez no hubo dinero para un ´Napoleón en retirada´.

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