NORIA DE MARTIRICOS, EN BABIA.
La pieza histórica más contundente del barrio, en la calle Salvador
Dalí, sigue en un estado lamentable, en convivencia perpetua con las grietas y
la basura
La estética es un concepto muy relativo, sobre todo desde la invención
del chandal bolivariano, pero basta con darnos una vuelta por Martiricos para
concluir que algo falla en su estética, y no nos referimos al barrio. En la
calle dedicada a Salvador Dalí, en la práctica un enorme aparcamiento al aire
libre, continúa durmiendo el sueño de los justos un enorme artefacto que de
lejos recuerda una torre almenara truncada por la mitad.
A lo largo de su respetable perímetro un repellado de
hormigón hace las veces de faja contra los desmanes del tiempo, pero basta
echarle un vistazo para concluir que está más estropeado que el retrato de
Dorian Gray, que no es el gachó de las 50 sombras.
Lo hiriente del asunto es que se trata de uno de los
restos históricos más imponentes del barrio, la única huella directa de las
ricas huertas que en el pasado se extendían por lo que hoy es un mar de
edificios. Estamos hablando de los restos de la noria de la Huerta de Godino,
en memoria del caballero Alonso Godino de Zaragoza, que disfrutó de esta rica
propiedad mucho antes de que Franco fuera cadete, pues fue compañero de siglo
de Miguel de Cervantes, un escritor cuyos huesos están recibiendo estos días
bastante más atención que su obra.
Como ya informó este periódico en 2012, el profesor de
Historia del Arte de la Universidad de Málaga Francisco Rodríguez Marín
estimaba que la noria era como mínimo de la segunda mitad del siglo XVII. El
incansable historiador Manuel Muñoz también la menciona en alguno de sus
libros.
Pero esta noria centenaria y modesta, que ha aguantado
carros, carretas y ya en nuestros días vehículos a motor, desde el punto de
vista administrativo continúa emplazada en la comarca de Babia, a donde acudían
a cazar con mucha frecuencia los Reyes de León.
Llama la atención que nuestra Diputación haya dado el
nombre de la Noria a una prometedora incubadora de proyectos sociales muy
próxima mientras sigue cayéndose a pedazos la noria auténtica, que no tiene
muchos visos de alcanzar los cuatro siglos de existencia.
Una respetable arboleda se está abriendo camino por
ella y asoma con brío por su superficie, mientras las grietas no dejan de
multiplicarse y alguien le ha clavado el anuncio de un autolavado.
El único gesto de sensibilidad con este resto
maltrecho del pasado de Málaga es la valla metálica que lo rodea, aunque esto
no impide que en su interior se acumulen con mucha frecuencia basuras de todas
las clases, muebles y sanitarios incluidos.
Ahora que llegan las elecciones municipales nuestros
candidatos podían darse una vuelta por la noria –valga la redundancia– y
prometer que si repiten o alcanzan el poder dejarán de estar en Babia y se
pondrán a la tarea de restaurar del patrimonio hidráulico e industrial de Málaga.
¿Caerá esa breva? Puede que antes se caiga la noria. ALFONSO VÁZQUEZ, La
opinión de Málaga.
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