Málaga se dispone a desistir de nuevo, renunciando a la Marina de Arraijanal, su última oportunidad de contar con un puerto deportivo de lujo.
Cuando emigré a Cataluña, me enamoró su tenacidad en pro de la materialización de un sueño. Resultaba fascinante que Barcelona llevase desde el siglo XIX enjaretando el mismo plan urbanístico, hasta convertirse en la ciudad más lógica de Europa. Casi un siglo y medio después de Ildefonso Cerdá, Barcelona continúa abriendo calles según aquel plan. Y de resultas, se ha desbordado Diagonal abajo hacia el mar, edificando la más espectacular de las fachadas marítimas urbanas del continente.
Entonces, envidiaba más el espíritu que lo material. Recordaba con desolación que cuando se diseñó el Plan Cerdá, Málaga y Barcelona competían como potencias industriales, y me preguntaba qué nos hace tan inconstantes a los malagueños.
Mientras buscaba mi porvenir por Barcelona, aquí comenzaba a ponerse en marcha el Polígono Alameda. Aunque apenado por ver extirpar uno de los barrios literarios de España, seguí con fruición lo que se planeaba en la finca de los Larios, que diseñaba la metrópolis que Málaga viene renunciando a ser desde la filoxera. El Plan Alameda intentaba crear un centro moderno, integrándolo con los barrios de Trinidad-Perchel.
Pero aquí somos inconstantes aunque nos comprometa un plan, que trazaba conexiones hacia todos sus alrededores. Pasados los años que el plan tardó en completarse, Málaga desistió de vías indispensables para la integración: la calle Compositor Lehmberg está dibujada en el plano dando un quiebro junto a Hilera, para prolongarse por Montes de Oca hasta el Arroyo de los Ángeles; desistimos y consentimos que construyeran en el solar público un centro comercial. La Serna sigue ocupada por un maloliente mercado cuando ya tendría que haberse prolongado por Rachmaninov. Y la Ronda Intermedia, que iba a ser la gran orilla del nuevo centro, fue desistida, truncada por un hospital, y toleramos el desbordamiento de la “ciudad sanitaria” en un lugar poco salubre, cuando deberíamos haberla trasladado a un lugar abierto, más moderna y eficaz y sin las aglomeraciones que la constriñen.
A pesar de nuestra escasa ambición Málaga tiene el ímpetu que le da la geografía, , y la ciudad no desaparece como pretende el PSOE-junta. Para soslayar la trampa en la ciudad que se ha convertido porque tienen que atravesarla quienes no llegan para quedarse, proyectamos una Carretera de Arco que de haber sido terminada y desdoblada en autovía no sería ni mucho menos apremiante que supliquemos que terminen de una puñetera vez la Hiperronda. Pero es que consentimos que la junta se ”olvidar fa” dela Carretera de Arco
Ahora, el nuevo Plan General prevfé un conjunto interesante en los terrenos que ha ocupado en la playa de La Isla una central térmica durante más tiempo de lo conveniente. Hace poco, leí con estupor que un personaje del PSOE exigía que ahí se construyan viviendas protegidas. Habría que recordarle que su propuesta equivale a NO enseñar al pobre a pescar, y además de darle el pez ya pescado, servírselo frito y con ensalada mixta, porque lo que necesita el pobre son los tres mil puestos de trabajo permanentes que pueden crearse en el gran complejo turístico que deberíamos soñar en la playa de La Isla: ¿seis o siete hoteles y un centro de talasoterapia de lujo?
Ni siquiera tenemos el Luna Park necesario en una población tan grande. Y a propósito, no aprovechamos suficientemente TODO EL AÑO los espacios y conveniencias del Cortijo de Torres También parecemos a punto de desistir del Guadalmedina (en un innecesario “concurso de ideas), paseo que convertiría de golpe a Málaga en una ciudad brillante y enorgullecedora. Y un oscuro político amenaza presentar una demanda en “Europa” si se soluciona-
Otro desistimiento que ahora anuncian concierne a la dársena Uno del puerto. Cuando comenzaron a hablar del asunto proyectaban una marina deportiva como la que ha resultado de la reconversión del puerto de Alicante Pero autoridades portuarias-PSOE se oponen..
Málaga no debería aceptar que le obliguen siempre a desistir de sus intereses. Desoigamos a los que bloquean los intentos de desarrollo turístico (y cualquier otro) con argumentos conservacionistas, mientras donde pueden permiten atrocidades medioambientales en nombre del progreso turístico de aldeas transmutadas en emporios económicos. Málaga no puede aceptar el papel contrario, la metamorfosis de una urbe trimilenaria en aldea. No deberíamos desistir de la Marina de Arraijanal, porque construirla representaría progreso urbano y paisajístico, la entrada en los circuitos del turismo caro
Quienes practican la alquimia anticuada y malvada de ordenar el territorio a su gusto, a la manera de los Planes Quinquenales Soviéticos, los programas de limpieza étnica nazis o los desvaríos de Ceacescu, niegan la tenaz realidad del desarrollo compulsivo de Málaga y pretenden forzarla a paralizarse y ser perpetuamente una ciudad pobretona, de segunda división, sin fuelle ni iniciativa, sin instituciones propias, sometida y súbdita de otra. Frente a eso, más que fenicia, romana o mora, Málaga tiende a comportarse como bizantina; ¿permitiremos que siga el PSOE engañándonos para enredarnos en discusiones inútiles y desistiremos una y otra vez por los siglos de los siglos?
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