Con aquel alcalde socialista, Málaga vivió durante dieciséis años la más infausta de sus etapas decadentes. Los primeros años de la década del ochenta, venían casi a diario socialistas sevillanos a llevarse algo de Málaga para su querida ciudad, y el nefasto alcalde no sólo se lo consentía sin rechistar, sino que los aplaudía. Contra todo sentido común, el antialcalde afirmaba delante de todo el mundo que “yo no soy localista”, entre las carcajadas conmiserativas de Rojas Marcos y Maragall.
Los empresarios malagueños de la segunda mitad de la década del noventa, afirmaban -con inmediato conocimiento de causa- que Málaga necesitaría más de diez años para intentar sanar de los daños causados por el alcalde socialista.
Desgraciadamente, los más de diez años transcurridos desde la expulsión de aquel felón no han bastado todavía para que Málaga recupere el pulso.
Esta ciudad era en los setenta (antes del sometimiento a la bota sevillana) una comunidad ambiciosa, lanzada al futuro, consciente de sus facultades y en desarrollo acelerado. Los estudios bancarios vaticinaban que sería la más rica y grande urbe de la mitad Sur de España en 1993 (lo que, evidentemente, la madrastra impidió).
Hoy, treinta años después de aquella desgracia, resulta que Málaga no sólo permanece con las mismas dimensiones de 1978, sino que es una ciudad desalentada, vejada a diario por Sevilla y engañada con malísimas artes por los socialistas, incluyendo destacadamente a los consejeros. LAS CIUDAD CON MÁS PARADOS DE ESPAÑA. Una ciudad que fue “la muy denodada” y “la primera en el peligro de la libertad”, que los socialistas han convertido en mansa, conformista, desalentada y fatalista:
“Sevilla lo puede todo y nosotros somos una puñetera mierda”. Sevilla conspira contra Málaga en su propia provincia, nos desprestigia y relega entre los propios pueblos de la provincia de Málaga. Quienes conocen la historia, saben que una ciudad ha de ser dueña de sus iniciativas para generar las sinergias que ocasionan el progreso y la cultura. Y eso, la Junta lo impide afanosamente en Málaga.
La Junta cultiva el desaliento de los malagueños, y todos sabemos de sobra cómo:
Miente descaradamente sobre la reforma de Carretera de Cádiz.
NO consiente el tercer hospital.
Miente sobre el bulevar del AVE
Lleva treinta años quitándonos instituciones. Ha desmantelado completamente el tejido institucional que poseíamos.
Nos ha quitado la gestión de nuestra cuenca hidrográfica.
NO nos permite dotarnos de las ventajas económicas de un gran puerto turístico.
NO permite rascacielos (¿Qué hacemos, invadir la Hoya?)
NO impulsa la Alameda del Guadalmedina (que ha metido deliberadamente y con engaños en el cajón del olvido)
No terminó la Carretera de Arco (que haría innecesaria la hiperronda)
Oposición afanosa contra cuanto signifique desarrollo económico de Málaga.
Si los malagueños fuésemos conscientes y solidarios igual que otros pueblos más desarrollados, como los ingleses por ejemplo, aquí nadie se atrevería a confesar públicamente que es socialista.
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