viernes, 7 de enero de 2011
EL BANDIDO ZAMARILLA
Cuentan que en la época de los bandoleros fue especialmente famoso uno al que apodaban "El Zamarilla". Cometió múltiples fechorías, y tal fue su renombre y la peligrosidad de la banda que capitaneaba, que los alguaciles decidieron formar una partida especial para su captura a cualquier precio. Tras varias escaramuzas, lograron darles caza y captura, pero "El Zamarilla", rápido y escurridizo como nadie gracias a su conocimiento del terreno, escapó, eso sí, perseguido de cerca por una patrulla. Al cabo de muchas leguas a galope tendido, y con lo alguaciles pisándole los talones, el bandolero llegó hasta una ermita buscando un escondite que evitase su apresamiento.Y he aquí que el único sitio que encontró fue bajo el manto de una Dolorosa que allí se veneraba. Entraron sus perseguidores y a pesar de que registraron la pequeña ermita de arriba a abajo no descubrieron a " El Zamarrilla", cobijado en tan singular escondite. Desesperados y furiosos prosiguieron su batida por otra zona. Tiempo después, y sintiéndose seguro el bandolero, abandonó su refugio, y dando gracias improvisadamente a tan proverbial Salvadora, arrancó una rosa blanca que se criaba en el camino de la ermita y la prendió en el pecho de la Imagen, utilizando como alfiler su propio puñal. En ese instante la rosa se tiñó de rojo. Aterrorizado, el bandido se arrodilló ante los pies de la Virgen y le imploró su perdón por su impía vida. Desde entonces, "El Zamarrilla" se convirtió en un ermitaño que bajaba a vistar en algunas ocasiones a su amada Virgen. En una de aquellas ocasiones, ya anciano, unos bandoleros le asaltaron, pretendiendo robarle lo poco que tenía. A pesar de su edad "El Zamarrilla" conservaba parte del vigor de su juventud y opuso resistencia, por lo que los asaltantes le hirieron de muerte, dándose a la fuga. Como pudo, llegó hasta la puerta de la ermita, portando en sus manos como ofrenda una rosa roja, como siempre hacía. Antes de morir alzó su mirada hacia su Virgen y vio como la rosa que en sus manos llevaba se desteñía hasta volverse blanca: Ella lo había perdonado. Hoy día la Virgen de la Amargura sigue habitando en la ermita que lleva el nombre de Zamarrilla, sigue luciendo sobre su pecho la rosa roja y el puñal, y tan sólo el Viernes Santo, luce una rosa blanca, perdonándonos a todos los hombres por la muerte de su Hijo
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