Resulta
exasperante acercarse a la barra de cualquier cafetería y que el camarero o
camarera le pregunten a uno “¿qué te pongo?”. La fórmula no podría ser más
falta de educación. Por un lado, representa que camareros mucho más jóvenes que
uno e inclusive adolescentes nos traten de tú; por otro lado, muchas veces dan
ganas de responder: “Polvos de talco en la entrepierna”. Ignoro por qué los
camareros y dependientes de Málaga evitan la palabra ” servir”; los camareros y
los dependientes “sirven”, como sirven los gobernantes e inclusive el Rey. Desterrarla
del lenguaje inteligible es sin duda una cuestión grave de complejos
personales.
Los patronos
y dueños de tales cafeterías no se han dado cuenta de que sus empleados
molestan a las personas mayores y hasta las obligan a dar media vuelta y marcharse.
El trato educado y gentil en un mostrador es un incalculable generador de
beneficios, porque los buenos modos, las sonrisas y la gentileza representan un magnífico negocio.
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