lunes, 2 de mayo de 2011
SIN RASCACIELOS NO HAY CAMPO
He vivido casi siempre lejos y residir en la distancia de lo que se ama es un desgarro cotidiano. Unos lo alivian con el olvido y otros como yo durante muchos años, con el sortilegio de cuentos de hadas que es esta herramienta informática a la que, como el espejo de la madrastra de Blancanieves, se le puede preguntar no quién es el más guapo del lugar, sino "¿cómo va lo mío?"
Para quien lo suyo es Málaga, este espejo de Internet es el único medio de saber cómo va día a día y desatino a desatino cuando se mora lejos.
Desatino a desatino, me encontré no hace mucho notas de prensa en los periódicos digitales que reseñaban la presentación de firmas contra los rascacielos de Martiricos y La Isla que proyecta el nuevo Plan General de Málaga.
Después de eso, y por razones de salud, volví a residir en Málaga hace cinco meses
Siempre me ha causado mucha curiosidad la pregunta de quién organiza estas `espontáneas´ presentaciones de firmas. En este caso, y como conozco muy a fondo el percal, supongo que quien convoca y fomenta la recogida de firmas son los mismos que, entre galgos y culebras, amenazaban con encadenarse a los corralones del Bulto para que no desapareciera aquel terrible, dolorosísimo y pernicioso mercado de la droga que era la calle López Pinto, sin cuya demolición nos habríamos perdido una Avenida de las Américas con vistas al mar.
El asunto viene de muy lejos.
Tuvimos en esta ciudad desmemoriada y carente de ambición un mandatario que se dejó dominar por las furias desatinadas de los que no quieren rascacielos ni nada que caracterice a Málaga como la única clase de urbe que la Naturaleza y la Historia le permiten ser. La tesis era que Córdoba y Vitoria son dos ciudades magníficamente urbanizadas, muy agradables y `vivibles´, donde los rascacielos están prohibidos y desterrados. Ejemplos que eran citados con frecuencia por Aparicio como los ideales de ciudad en los que Málaga tenía que inspirarse.
Lo malo de los ideales utópicos es que son modelos cerrados, sin ductilidad ni ese don supremo de la inteligencia que es el análisis profundo y pragmático de la realidad. Ese modelo cerrado y vociferante, con recogidas de firmas organizadas por IU y PSOE, nos trajo la fea insensatez urbanística que es Teatinos, donde Aparicio nos había prometido un parque de 105 hectáreas.
Ahora, veo notas donde, confundiendo lo público con lo privado, se quiere hacer parecer diabólica esa maravilla proyectada entre la avenida de Juan XXII, la de Europa y el futuro bulevar de Renfe.
Málaga no puede, en modo alguno, compararse con Córdoba ni Vitoria. Ninguna de esas dos ciudades alcanza la mitad de la población de Málaga y ambas ocupan extensas llanuras. Estepas donde nadie podría recolectar una cañaduz ni un aguacate. Ni Vitoria ni Córdoba son, como Málaga, ciudades desbocadas que llenan una estrecha faja de terreno deslizado ladera abajo desde montañas encrespadas.
Un día, hace años, en una tertulia que organizaba la Confederación de Empresarios en el Gallo de Indias, se lo vi demostrar a López Cohard. Cogió un paquete de cigarrillos y, poniéndolo acostado sobre la mesa, dijo: "Así es como se nos obliga a construir"; a continuación, lo puso de pie y dijo: "Así, la misma construcción, con los mismos metros cuadrados útiles, es mucho más barata (por la multiplicación de conducciones comunes) y ocupa la cuarta parte terreno. El resto del solar serían jardines y árboles".
¿Alguien ilustra con datos y planos a los que recogen firmas para oponerse a todo, con tal de que Málaga no vaya adelante?
¿Alguien les ha dicho que junta-PSOE pretenden condenar a Málaga a retroceder a sus tiempos de aldea prehistórica, mientras las antiguas aldeas vecinas se convierten en grandes urbes?
¿Alguien les ha dicho que la mayor parte de los 380 kilómetros cuadrados del municipio de Málaga son monte intocable?
¿Alguien les ha enseñado que construyendo a base de cinco o seis plantas nos estamos quedando sin Hoya del Guadalhorce?
Cuando yo era niño, la Cruz de Humilladero era `las afueras´ y el Tiro de Pichón, un arrabal de extrarradio. Que nadie crea que hay una vida por delante. Sin rascacielos, en menos de una generación Málaga se quedará sin huertos ni cultivos de naranjos ni mangos, sin cañaduces ni chumberas.
Hace años que escribo una colección de cuentos que, cronológicamente, narran con febril imaginación una historia mítica de Málaga. No consigo editor para estos relatos largos o novelas cortas (según el gusto de cada cual), pero yo sigo, erre que erre. En relación con una Málaga sin rascacielos, tengo previsto un cuento futurista donde uno de mis descendientes se construye un apartamento en la `corona´ del Monte Coronado.
Sin rascacielos, de aquí a nada no tendremos campo.
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No puedo estar más de acuerdo
ResponderEliminarMuy bien dicho
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarA continuación debería Vd. hacer otra exposición en torno a este razonamiento: sin parques, sin zonas verdes entre tanto edificio la calidad de vida desciende considerablemente. Vaya Vd. a los terrenos de Repsol y hable con sus vecinos. A veces la ignorancia se soluciona dando cuatro pasos y teniendo una pequeña charla. Salvo que su razonamiento a favor de las torres esconda intereses que se califican por sí solos. Ya basta de camuflar la especulación inmobiliaria.
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