La isla de
Oak (Roble), en Canadá, tiene montones de leyendas sobre posibles tesoros
enterrados por los piratas que, en un tiempo, pulularon por la zona. En un día
de verano de 1795, tres chicos pensaron en ellas cuando se encontraron ante un
hoyo de tierra circular, de tierra excavada ya sedimentada y bajo las ramas de
un roble, de las que colgaban restos podridos de aparejos de un barco. Eran tres amigos: John Smith, Daniel McGinnis y Anthony
Vaughan. Al cavar sacaron en un principio tierra blanda que cubría un pozo, de
duras paredes de arcilla. A los 60 centímetros encontraron una capa de piedras
lisas, cortadas a propósito y de un tipo de piedra que no se encontraba en la
isla. Evidentemente se encontraban ante un pozo construido a conciencia. A los
3 metros hallaron una plataforma de troncos de roble, incrustada
horizontalmente, pero no encontraron bajo ella el tesoro anhelado sino de nuevo
tierra sedimentada. Era evidente que se trataba de una construcción trabajosa y
nada apresurada. Pero no sabían hasta qué punto… A los 6 metros había otra
plataforma de roble y debajo, de nuevo, tierra sedimentada. La decepción y el
agotamiento les hizo desistir. Sin embargo no pudieron olvidar el enigmático
pozo y años después, en 1803, participaron como miembros destacados en la
expedición Onslow, que trató seriamente de aclarar el asunto. Cada 3 metros
aparecía una plataforma de roble, pero no idénticas. Algunas eran especialmente
gruesas y reforzadas con fibras de coco, masilla y carbón vegetal. A los 27
metros encontraron una losa de pórfido, material prácticamente inencontrable no
sólo en la isla del roble sino en toda Norteamérica. Y en la losa una
inscripción en un alfabeto desconocido para todos los miembros de la
expedición. En este punto hay varias hipótesis. Algunos expertos quisieron
traducirlo en una frase un tanto pueril y absurda, basándose en un código de
cifras sencillo, que diría: “trece metros más abajo están enterrados dos
millones de libras”. Pero otros, como el profesor Barry Fell, un experto en lenguas
antiguas, llegó a la conclusión de que se trataba de un dialecto copto
mediterráneo, cuyo significado sería religioso. A partir de entonces se
especuló con el posible contenido del pozo, aventurando la posibilidad de que
no fuera un tesoro lo enterrado allí, o al menos no un tesoro monetario, sino
de otro tipo, o quizás una tumba de alguien especial. Incluso algunos especularon
con la posibilidad de alguna relación con Egipto, no sólo por el posible
dialecto copto, sino por el propio material de la losa, el pórfido. Pero en ese
caso… ¿cuándo y por qué trasladar materiales desde tan lejos? Al seguir
excavando, a la altura de los treinta y pocos metros, el agua empezó a
filtrarse en el pozo, pero ya atardecía y a pesar de que tocaban una nueva capa
de algo duro, quizá otra capa de troncos de roble, decidieron que retomarían el
trabajo al día siguiente. Pero al día siguiente el agua había subido hasta 10
metros y seguía subiendo. Y dado que los miembros de la expedición eran gente
de la zona, que no podía abandonar su trabajo más tiempo, se dieron por
vencidos. Durante los años siguientes hubo otras varias expediciones, con
parecidos resultados. Y sus tres jóvenes descubridores siguieron participando
en ellas hasta que murieron de viejos.

A lo largo
del tiempo se descubrieron datos importantes y curiosos: una extensa zona de
playa en Smith’s Cove era artificial. No sólo eso, tenía un sistema de desagües
que abastecían túneles, conectados directamente con los niveles más bajos del
dichoso pozo. Y a pesar de la tecnología moderna, se llegó a la conclusión de
que parece imposible cortar el flujo del agua, porque además del agua de mar
existen otras corrientes subterráneas muy potentes (se ha especulado con un
pantano del centro de la isla, entre otras cosas) En la ya citada zona de playa
artificial de Smith’s Cove se han encontrado restos de inmensos troncos con lo
que parecen inscripciones en números romanos, y se ha especulado con la
posibilidad de que formaran parte de un dique para la construcción y excavación
de todo ese sistema de canales, túneles y desagües. Algunas expediciones
trataron a su vez de construir algún dique para bloquear el túnel de agua
principal, pero todos fueron destruidos por la fuerte corriente atlántica. Es
decir se añadía un nuevo misterio: cómo lo consiguieron los constructores del
dique primitivo. ¿Sencillamente porque el nivel del mar sería muy inferior?. En
ese caso se tendría que hablar de mucho tiempo antes… Las expediciones se han
seguido sucediendo hasta ahora, sin lograr nada, excepto el encuentro con más
detalles que aumentaban el misterio del dichoso pozo, como por ejemplo, lo
obtenido en 1849 por una excavadora que subió a la superficie eslabones de una
cadena de oro y un fragmento de pergamino, que dio lugar a nuevas y
especulativas teorías queriendo vincular al lugar a uno de los personajes que
siempre se quieren relacionar con todo tipo de misterios: Francis Bacon.

En 1897
volvieron a encontrarse restos de pergamino con borrosas iniciales o letras.
En 1967-69
se encontró madera del siglo XVI y un pedazo de latón muy antiguo.
En 1972
una cámara submarina captó lo que podrían ser un par de cofres en medio de todo
un laberinto de túneles, lo que parecía un cadáver y hasta una mano cortada.
Pero la visión no fue nada clara por lo turbio del agua debido a la gran
cantidad de sedimentos y todo quedó en meras posibilidades.
Pero
volviendo al siglo XIX nos encontramos con un personaje más o menos enigmático.
Se trataba del capataz James Pitblado, que en 1849 robó algo que salió
enganchado en la perforadora ante un testigo, que le pidió inútilmente que lo
devolviera, o al menos lo enseñara. El capataz se negó, abandonó la isla, poco
después trató de comprarla sin éxito y murió en un accidente laboral, al margen
del pozo, y sin hablar de su descubrimiento.
Hablando
de muertos surgió una leyenda que afirmaba que el misterio se resolvería cuando
murieran 7 personas. En 1861 la explosión de una caldera mató a un hombre. En
1897 murieron otras dos personas. Y en 1965 las cuatro últimas en un mismo día.
Y no es la única leyenda. Se empezó a hablar de apariciones extrañas de seres y
animales, o fantasmas de soldados ingleses del siglo XVIII.
Para
complicar más las cosas el geólogo Bob Dunfield utilizó una excavadora
gigantesca para extraer toneladas de arcilla y lo que logró fue destruir
detalles curiosos y significativos, como por ejemplo, un triángulo y un dibujo
de piedras que parecían indicar la dirección del pozo desde las cercanías, que
se había descubierto en 1897.
Un grupo
de exploración (traducido: La Compañía de exploración de la Isla del Roble) ha
comenzado a tratar los problemas de ingeniería globales de la excavación,
llegando por ahora a la conclusión de que es imposible controlar las
inundaciones subterráneas del pozo, que comunican directamente con el océano
Atlántico, además de no entender las estructuras subterráneas de la isla.
En fin,
las teorías siguen pululando locamente en torno al misterioso pozo. Por
supuesto no faltan las de siempre ¿estaría allí enterrado el tesoro templario
desaparecido tras la eliminación de la orden?…
Sea como
sea las intenciones de los constructores son contradictorias. Por un lado
convertir lo enterrado allí en inalcanzable y por otro señalar su ubicación…
Como si lo importante fuera el efecto creado en la gente. No sólo despertar su
codicia sino espolear la necesidad de misterios, que es igual o mayor en todos
los seres humanos. Incluso tiene algo que me recuerda al pretexto típico
utilizado por Hitchcock en sus películas. Es decir presentar al principio un
detalle que, aparentemente, fuera el desencadenante de la historia, para
enseguida abandonarlo para ser sustituido por otro motivo y otra trama. O, como
en el poema de Itaca del poeta Kavafis, lanzar un señuelo que sirva de motor
para ponerse en marcha, pero desvelar con el paso del tiempo que lo importante
no es alcanzar ese objetivo sino el viaje en sí mismo. Es más, llegar a
descubrir que lo deseable es que ese objetivo no se alcance nunca, para así
prolongar el viaje hasta la muerte.
Y rozar
así el sentido del sinsentido. Yo al menos me quedo con eso. Con tantas y
tantas cosas que en la vida apuntan, una y otra vez, en esa misma dirección.
Con lo cual espero que nunca se llegue al fondo del pozo. Pero si alguien tiene
ganas de aventuras, ahí sigue la isla del Roble en la costa atlántica de Canadá,
esperándole con todo el tiempo del mundo. Le deseo suerte y felices y
enriquecedoras experiencias.
CRONOLOGIA
1795:
Daniel McGinnis encuentra el pozo del dinero. McGinnis, John Smith, y Anthony
Vaughan cavan 30 pies de profundidad en la tierra temporalmente.
1803: La
Onslow Company junto con los 3 buscadores originales comienzan la excavación.
Consiguen cavar 90 pies, pero esta excavación se inundó debido a conductos y
túneles que comunicaban con el océano.
1804: La
excavación paralela que realizó la Onslow Company a 110 pies, también fue
inundada al querer acceder al túnel principal donde se encontraba el tesoro.
1849: La
Truro Company comienza a cavar. Perforan mediante 2 barriles llenos de “loose
metal”. Además recuperaron 3 conexiones hacia el túnel principal hacia el
tesoro.
1850:
Canal subterráneo y playa artifical donde encontraron en la cala de Smith.
1861: La
Isla del Roble se cobra la primera vida humana. Una caldera que estalló mató a
un hombre.
1861: El
fondo se hundió debido al conectar con tres túneles que se cruzaban entre sí a
una profundidad de 100 pies.
1893: Fred
Blair y la Oak Island Treasure Company comienzan sus investigaciones.
Investigaron el túnel del derrumbamiento.
1897: La
formación de rocas en triángulo fue descubierta.
1897: El
cemento y el pergamino encontrados fueron descubiertos durante la perforación.
1897: La
isla se cobró la segunda vida cuando Maynard Kaiser bajó por el túnel.
1899: El
segundo túnel inundado, el túnel del sur de la orilla, fue descubierto.
1936: Fue
encontrada la segunda piedra con inscripciones y se descubrieron más evidencias
sobre el tesoro.
1965: En
un día la Isla del Roble volvió a cobrarse la vida de cuatro hombres: Bob y
Bobbie Restall, Karl Grasser, y Cyril Hiltz.